lunes, 21 de julio de 2008

DINÁMICAS DE AFECTACIÓN COLECTIVA

DINÁMICAS DE AFECTACIÓN COLECTIVAS

¿CÓMO NOS AFECTAMOS DESDE EL USO DEL PODER?

Masculinidades, militarismo y patriarcado. Una ideología de subordinación. Por Juan Carlos Yuste*
Durante siglos la concentración de la riqueza, el poder, la cultura, etc, ha estado acaparada por una minoría en lo que podríamos llamar una sociedad de desigualdad o dominación. Esta dominación tiene diversos ámbitos y formas de expresión (...) que en el caso de las relaciones de género y orientación sexual conocemos como patriarcado, y que se pueden apreciar cotidianamente en los roles asignados a unos y otras, en las discriminaciones explícitas o sutiles y en los valores tradicionales de la sociedad. El militarismo es otra dimensión de la misma ideología de dominación/subordinación, pero en vez de referirse a las relaciones de género, se refiere a las relaciones sociales basadas en el poder de la fuerza, donde su principal función es solucionar violentamente los conflictos generados por las desigualdades sociales en sus diferentes niveles.
En este sentido, todo sistema de dominación elabora una ideología que lo explica y justifica. En el caso del patriarcado, a lo largo de la historia se han desarrollado modelos de masculinidad, adaptados a cada tiempo, que comparten una definición del mundo basada en la construcción de una alteridad subordinada donde se atribuyen características diferenciadas, la mayoría de las veces basadas en aspectos biológicos, que siempre acaban explicando y justificando la supremacía de los hombres sobre los no hombres.

Ejemplos de dominación social son:
El modelo de masculinidad tradicional
El concepto de "Hombre" se ha construido, no desde una reflexión sobre sí mismo, sino sobre las alteridades subordinadas que ha creado, ya sean éstas respecto a género, orientación sexual o grupo étnico. La masculinidad se define por lo que no es: ni es femenina, ni homosexual ni étnica. Bajo esta definición negativa el Hombre sería un varón heterosexual blanco occidental, por lo que todo aquel/la que no se ajuste a este modelo es definido/a con características inferiores y tratados/as como tal en la jerarquía social. En cada momento el modelo se presenta como exclusivo, único, puro, de tal manera que no pueda haber otro en competencia poniéndolo en duda o permitiendo la disidencia. Este pensamiento único construye estereotipos que no solo argumentan y "demuestran" la superioridad masculina, sino que también muestran a imponen a los hombres cómo deben comportarse para pertenecer al grupo de los elegidos y perpetuar la dominación. Sin embargo, parafraseando a Simone de Beauvoir, como los hombres no nacen sino que se hacen, estos modelos no constituyen una esencia sino más bien una ideología destinada a justificar la dominación masculina.
El militarismo:
El militarismo ha creado un modelo que concentra los elementos más distintivos de esta masculinidad única como la respuesta maximalista a los conflictos, la organización vertical/autoritaria (binomio superior/inferior), la violencia, la lógica amigo enemigo, el afán de dominio, la agresividad, la fuerza bruta, la competitividad extrema, el riesgo, la valoración del éxito en términos de victoria o derrota, el control de uno mismo y la dureza y represión de la sensibilidad y capacidad de empatía social.


¿Cómo romper un sistema de dominación sin recurrir a la violencia?
Una estrategia de acción directa no violenta procura desestabilizar los sistemas de control socavando los mecanismos que los mantienen:

· Imaginación radical: negarse a aceptar la imagen del mundo que tienen los dominadores. Pensar por fuera de lo conocido. Animarse a soñar lo que nunca fue antes, pensar lo impensable, y luego crearlo.
· Esperanza: reemplazar la esperanza falsa que nos ofrece el sistema con una visión de un mundo libre, justo y abundante. Encarnar tal visión en la manera en que nos organizamos, nos tratamos unos a otros, en los símbolos que elegimos y en las acciones que encaramos. Organizar las técnicas, medios y recursos para hacer que esa visión sea algo real, y convertirla en algo tan deseable, tan inspirador, tan sexy que las pálidas esperanzas que ofrece el sistema no tengan punto de comparación.
Cuando la gente pierde la esperanza de poder mejorar su situación, deja de sentirse identificada con el status quo y puede ser impulsada a combatirlo. Cuando el sistema va demasiado lejos siembra las semillas de su propia destrucción.
· Valor: cuanto más podamos actuar sin miedo, menos va a poder controlarnos el sistema. El valor se puede hallar en la fe individual: esto no tiene que ser necesariamente un dios o una tradición religiosa, sino las fe en las capacidades humanas para el cambio, o en la infinita creatividad de la naturaleza. Asimismo, hay muchas técnicas psicológicas y de disciplina personal que pueden ayudarnos a controlar el miedo.
· Elecciones conscientes y responsabilidad: saber que en toda situación contamos con alternativas. Estar dispuestos a aceptar las consecuencias de esas elecciones.
· Solidaridad: al apoyarnos mutuamente en acciones y situaciones de tensión, al actuar en conjunto para proteger a los más vulnerables del grupo, al enfrentar la violencia potencial del sistema en forma comunitaria en vez de solos, estamos venciendo al miedo.
· Aumento de los costos: cuando dejamos de obedecer a causa del miedo, obligamos al sistema a que realmente haga cumplir sus normas. Esto es costoso en términos monetarios, materiales, y en el socavamiento del apoyo público. Forzamos al sistema a que revele la violencia oculta que lo sostiene.
· Socavamiento de la obediencia: la policía, el ejército, los guardianes de las cárceles no suelen pertenecer a la clase que recibe los beneficios del actual sistema político y económico. Cuando su voluntad de trabajar como ejecutantes se destruye, el sistema se cae.

Para lograr esto y sobrevivir tenemos que restringir la violencia potencial del sistema, el cual tiene el potencial de simplemente eliminar a cualquiera que se le oponga. La violencia absoluta del sistema puede frenarse por medio de una red sutil de fuerzas individuales y sociales. Cuanto más entendamos la forma en que funcionan estas fuerzas para ajustar o aflojar esa red, mayor capacidad de maniobra vamos a tener para llevar a cabo nuestras acciones. Como táctica, la no violencia es a veces recibe críticas porque implica un autosacrificio, porque renuncia al derecho de autodefensa contra el estado. Pero todas las formas de lucha política exigen algo de sacrificio. La no violencia estratégica, bien entendida, puede ser nuestra arma de autodefensa más poderosa.


RANT collective www.rantcollective.org