martes, 12 de febrero de 2008

LA BÚSQUEDA DE SÍ MISMO

LECTURA N°. 1. ÉTICA 6° Y 7°

LA BÚSQUEDA DE SÍ MISMO

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha intentado siempre fijar unos objetivos y lograrlos o bien algunos han surgido de la nada como el descubrimiento del fuego, la rueda, la conquista de la Luna u otros acontecimientos similares.
Sin embargo, lo más difícil es fijar nuestros propios objetivos, ambiciones y encontrar nuestro propio yo (casi siempre sabemos de donde venimos pero no donde vamos). Al respecto es pertinente leer la siguiente metáfora:

1. “El Hombre que Intentaba encontrarse a sí mismo”

Salió a fumar en el balcón un último cigarro antes de acostarse. Vio a un tipo debajo del farol que le observaba con extrañeza. Le miró detenidamente y notó en él cierto aire familiar que le hizo estremecerse. Harto de ser siempre un pusilánime, decidió bajar a ver qué se le ofrecía.
En las escaleras se encontró con esa vecina pesada que siempre le hacía demorarse y a la que él, cortésmente, le daba conversación. Pero esta vez no cedería: "Bruja, apártese", dijo rechazándola con un codazo.
Ya en la calle, aquel hombre ya no estaba bajo el farol. Respiró hondo y miró al balcón. Allí estaba, fumando y mirándole como antes, con ese gesto de sorpresa y extrañeza, al que se añadía ese aire de familia.
No se me escapa, se dijo, y subió la escalera, tropezando con la vieja, que pálida y desgreñada intentaba gritarle, horrorizada.
En el balcón no estaba, había huido. Miró a la calle: estaba otra vez bajo el farol, mirándole, con ese aire de desolación que parecía contagiarle.

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1.1. A veces encontrarse consigo mismo es aceptar aquello que adiamos de las demás personas pero que nunca notamos de nosotros mismos, como en el texto anterior, pero en la mayoría de los casos encontrarse uno mismo implica dejar de lado las máscaras que nos colocamos para intentar agradar a los demás.


2. “La leyenda de Narciso”Oscar Wilde

......Un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murióahogado. En el lugar donde cayo nació una flor, a la que llamaron narciso. Cuando Narciso murió, llegaron las Oréades - diosas del bosque - y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce que era, en un cántaro de lágrimas saladas. - ¿Por qué lloras? - le preguntaron las Oréades.
- Lloro por Narciso - respondió el lago.




2.1. El narcisismo es un signo de los jóvenes de hoy.
Les gusta exhibirse y sentirse admirados por sus pares

Para Rosario Pedrera, de 19 años, todo pretexto es válido para mirarse en cualquier vidrio camino al supermercado del barrio de Palermo. Admite, sin reserva alguna, que constantemente busca el reflejo de su imagen como algo casi natural y espontáneo en los ascensores, las ventanillas de los autos estacionados y en todo aquello similar a un espejo. “Cuanto mejor me veo, más segura me siento”, afirma esta estudiante de publicidad mientras juega con uno de sus bucles rojizos. “¿Si soy consciente de que soy un poco narcisista? Y, sí, lo asumo”.
“En los últimos 15 años, en Colombia se comenzó a notar un cambio: cada vez más jóvenes y adolescentes disfrutan del narcisismo, que es la autoexaltación de la propia persona en una etapa de la vida en la que se construye la identidad”, precisó el doctor Hugo Lerner, psiquiatra y psicoanalista especializado en adolescentes.
"Mostrarse es importante porque la identidad se conforma también a través de la mirada del otro, pero a veces lo que ocurre es que el narcisismo extremo esclaviza al sujeto de esa mirada ajena, lo que sí es pernicioso", aclaró el licenciado en psicología Miguel Espeche, coordinador del Programa de Salud Mental Barrial del hospital Pirovano (Argentina). La principal consecuencia que puede tener el narcisismo es el egoísmo. "Es la exacta contracara de la felicidad, aunque se venda como la felicidad misma, sobre todo, si viene acompañado de bienes de consumo que suplan los vínculos interpersonales", agregó. El narcisismo, en sí mismo, no es una enfermedad, sino que lo es su exageración en la relación con los demás, quienes son vistos tan solo como instrumentos para su corroboración y no como “otros reales".